viernes, agosto 15, 2008

CUENTOS CHINOS 1


Lee a escondidas se adentraba todas las tardes en el bosque.
Guardaba su secreto guardado en el cubo de madera que llevaba repleto y volvía vacío.
Lo venía haciendo desde la primera primavera, tras el cruel invierno que depositó nieve por encima de la repisa de la ventana.
Nadie conocía el misterioso recorrido diario de Lee ni cuál era la causa del mismo.
Además, dedicaba mas esmero y atenciones a su padre evitando que realizara esfuerzos y que los cambios de temperatura le regalasen un mal catarro.
Lee, presuroso, marchaba todas las tardes, cuando el sol empezaba a despedirse, con su cubo y sus historias a la mitad de la nada.
Se hubiera muerto si su padre descubría que aquel invierno, ante la desesperación de los llantos de la familia, Ssalio y taló el árbol que su padre tenia destinado para su ataúd, y cambió una parte por, un saco de arroz y cuatro mandarinas y troceó otra para leña.
No era de extrañar que el anciano, al no poder morirse, permaneciera apático sin salir de casa y como un alma en pena mientras su espíritu quejoso deambulaba por el bosque buscando su mandarino. Aquel que plantó de niño, con la esperanza de que vistiera su cuerpo y perfumara su alma.
Lee regaba todos los días aquellas semillas que reservó en enero, con la esperanza de acelerar el crecimiento y librar a su padre de esta vida eterna. Ya que hasta la vida eterna se hace más corta cuando el cuenco de arroz está lleno.