jueves, diciembre 14, 2006

EL HOMBRE DEL PERIODICO DE AYER


Este no podría ser un cuento Clásico, pues los personajes que aquí se narran, son tan cotidianos y próximos como tú y como yo.
Somos animales de costumbres, solemos tropezar dos veces en la misma piedra y algunos tenemos la habilidad de saberlo hacer hasta tres o mas.
Todas las mañanas mi costumbre al salir de casa es arrastrar mis pies, como quien unta la mantequilla hasta el bar de la esquina.
Allí sin pedirlo me sirven mi cortado con dos azucarillos. Los dos sobres sirven para endulzar el agrio camino del trabajo.
De forma ocasional y en función del número de parroquianos puedo acceder a la prensa diaria.
“Cuanta gente desayuna sola”, suelo pensar el día que no pasó mis ojos entreabiertos por los titulares y las fotos.
Los dueños de los bares compran los diarios, para poder entretener a aquellos que acuden solos a su establecimiento. Diógenes, el Dueño-camarero, sale a primera hora al kiosco a traer una gran variedad de prensa fresca para los solitarios
Todos los días, con idéntica costumbre aparece un señor de edad avanzada, para estas horas. Pues el bar se nutre de parroquianos camino de sus trabajos. Con su escaso pelo canoso y difícil caminar. Se acerca a la barra con su raída vestimenta, su cinturón de cuerda de tres cabos y zapatillas de cuadros.
Amablemente espera a que Diógenes, tenga un suspiro entre tostadas, carajillos y churros, para pedirle, si aun conserva, la prensa de ayer y si fuera tan amable de regalársela.
Claro, responde, pero ya sabe que están arrugados, el crucigrama mal terminado y algún cerco de café en las hojas principales.
Al tiempo que se lo deja en la barra, como quien pone las diez ultimas sobre la mesa, le acompaña un café con leche, que sin ser pedido es servido por el
camarero.
En silencio, se coloca en la barra, de espaldas a la enorme tele de plasma que en voz baja repasa las ultimas noticias.. Con una sutil delicadeza pasa las hojas, revisando con sumo cuidado todos los titulares de las noticias.
Haciendo pequeñas marcas en alguna hoja muy de
cuando en cuando. Mientras realiza esa tarea bebe su café y una vez concluido recoge su taza sobre el
mostrador de tortillas frente a Diógenes y se despide llevando la prensa caduca bajo su brazo.
Nadie de los habituales
conocemos su nombre y cuando alguna vez alguien le ofrece la prensa del día.
Siempre nos responde
“Léalo Usted, a mí igual me sirve mañana”.
Alguna vez observe que Diógenes , los días de frío le calienta la leche en exceso, con el propósito de que tarde más en salir del bar y tenerlo unos minutos más al abrigo y resguardo de las inclemencias meteorológicas.
Siempre que sale por la puerta, se inicia una tertulia entre los del café y los del carajillo.
Algunos dicen que le han visto por las casas bajas. Otros vaticinan que los periódicos los usa para la chimenea. Alguno asegura que es un científico que se pasó de vueltas, Dos que es Melchor, camuflado (Que queréis en la otra esquina esta el psiquiátrico)
Diógenes, afirma convencido, que tiene algún síndrome de nombre raros que le hacen acumular periódicos y basuras…
“Cualquier día saldra en el periodico. Ya vereis” Nos asegura
El caso que pasado el puente de la Constitución, nuestro misterioso hombre desaparecio y no volvió a recoger más los periódicos. Las tertulias cambiaron de temática, aunque yo alguna vez observo que Diógenes siempre prepara un café con leche de más.
La otra tarde paseando por las casas bajas de chimeneas humeantes, me lo cruce a la altura del portal 25. Al vernos nos saludamos cordialmente y tras una breve charla me invito a ver el Belén que en ese barrio se pone estos días.
Lo colocan en la plaza y cada figura la aporta un vecino y este se encarga de guardarlo su figura durante el año. Yo nunca había visto ese Belén, pero me pareció un momento de sintonía y armonía vecinal maravilloso.
¿Y que figura le toca cuidar a usted?, pregunte con verdadera curiosidad.
No dijo nada, se acerco con exquisito cuidado y tomo el niño Jesús.
La verdad que después de muchos portales y nacimientos , jamás había visto un niño Jesús con una sonrisa tan natural.
“Ya no viene por el bar” me atreví a decir.
No, estos días no necesito los periódicos.
¿Para que los usa? Me aventure en la interrogativa más directa
Mira, durante el año, recopilo las noticias. Las mejores noticias, aquellas que cuentan que existe un mundo mejor que el que siempre nos cuentan, aquellas que alguien hace algún bien por los demás o aquellas que hacen feliz a otros.
Así elaboro una pequeña hoja de noticiero y con ella el día 8 de Enero envuelvo la figurita del niño Jesús. Pues creo que durante el año, él repasa las noticias del periódico que le envuelve y así todos los años sale con esa linda sonrisa.
¿Porque si tomara el primer periódico que encontrara, con que cara te crees que saldría.?
¿Y estos días, que cara pone? Le dije Yo.
Bueno ya sabes, en estos días hay felicidad, regalos, buenos propósitos y esperanzas. Lastima que la Navidad sea breve y se lleve muchas de esas cosas con ella.
Saco de su bolsillo un papel arrugado con los recortes del año anterior y lo guarde en mi cazadora.
Llegue al bar la mañana siguiente y pedí la prensa de día de ayer. Busque aquellas noticias y en una esquinita , sin foto ,encontré “Un científico sigue buscando una vacuna y cree que esta cerca de encontrar un resultado satisfactorio, quizás en 3 años encuentre la solución”. Apenas nada más que le diera optimismo al día.
Descubrí que las verdaderas noticias y las cosas que hacen cambiar el mundo casi nunca salen en el periódico. Y que las cosas mas pequeñas y que son las que valen la pena no tienen especio en la prensa. La quise recortar pero pensé que a mi niño, a mi niño Jesús, no podía taparle los ojos con un papel de periódico.
Al ir a pagar encontré el papel arrugado en mi bolsillo, lleno de más de 300 recortes y algunas pequeñas notas. Entre las legibles pude entender “Aunque su cerebro piensa una cosa, Diógenes, sigue actuando con el corazón”
Así que aunque llegue el día 8 y tengamos que guardar a nuestro niño, pensaremos que la navidad no se termina ese día y que siempre encontraremos noticias para ser optimistas y pensar que podemos cambiar las cosas y ser mejores. Y si no las encontramos, cosa que puede suceder, podremos ayudar para que sean posibles y hacer que algún niño, Jesús, Ruth o Alín, tengan una sonrisa.
Pero por si acaso, este año, no envolveré las figuras en papel de periódico, sino en cartas manuscritas donde les cuente las cosas maravillosas que me pasaron este año y la gente, que como tú, me acompaño.
Gracias por ponerle a este niño una enorme sonrisa y no perdamos la esperanza de que todos tendremos la nuestra.